1 ago 2011

La Trompeta de Navasárt

   Dentro del protocolo real de la antigua Armenia, tenía un lugar destacadísimo el hecho de anunciar el comienzo del Año Nuevo. Esto se llevaba a cabo haciendo sonar el pogh, especie de cuerno-trompeta, que era acompañado por el batir ensordecedor de los tambores.
   Las celebraciones de Navasárt se extendían por espacio de siete días consecutivos con un despliegue inusitado tanto en su aspecto festivo y de diversión como en la solemnidad de los rituales. En esa semana se concentraban  una infinidad de actividades  artísticas, militares, religiosas, deportivas y recreativas que sumadas a los solemnes rituales hacían de estos siete días algo inolvidable para el resto del año. El impacto debe haber sido de tal magnitud que cuando el rey  Artashés fue traicioneramente apuñalado por el príncipe Anák, en medio de su agonía balbuceó las siguientes palabras:


¡Ah! Quien me podrá dar ahora
el humear de los altares
y la mañana de Navasárt,
el correr de los ciervos
y el correr de las gacelas.
Nosotros hacíamos sonar
las trompetas,
y hacíamos redoblar
los tambores,
tal como era la usanza
de los reyes.

   Este precioso documento fue recopilado por el erudito Grigor Magistros en el siglo XI, plasmando para la posteridad en sus prestigiosas obras, este fragmento antiquísimo.
El instrumento en cuestión debe haber sido alguna variedad del llamado hoy en día iejcherapógh (“trompeta de cuerno”), y que en el armenio antiguo se denominaba pogh ejcheriá (“instrumento de viento de cuerno”) término documentado ya en el   siglo V.
   Estas trompetas naturales sobrevivieron largos siglos como instrumentos para producir señales a larga distancia, llegando al siglo XX en ambiente folklórico como ser los borozón de los armenios de la costa del Mar Negro.
   Constituidos por una pieza única, estos instrumentos consisten en un cuerno vacuno o de carnero, al que en primer lugar se secciona su extremo puntiagudo. Luego se procede a perforar la capa córnea de grosor variable según el ejemplar elegido, hasta llegar a la parte hueca. El corte de la punta se presenta en forma perpendicular al eje central del tubo, condicionado tanto por la posterior perforación como por la posición de ejecución.
Para ejecutar el instrumento, se toma el cuerno firme con las manos para asegurar la correcta posición de los labios sobre el orificio. El sonido se produce por la vibración de los labios acompañada de la exhalación de aire. Por ley acústica este tipo de instrumentos produce los grados de una tríada perfecta mayor, dependiendo la posibilidad de combinación melódica tanto de la destreza del ejecutante como de la construcción apropiada de la embocadura.
   Es evidente el hecho de que los pogh usados en rituales solemnes tuvieran una factura muy especial, ni que hablar del pogh de Navasárt utilizado por los reyes. Esto se puede deducir fácilmente analizando tanto los actuales cuernos que se utilizan como vaso para beber fundamentalmente vino por un lado, como los ritones arqueológicos de varios milenios de antigüedad. Estos tomados en conjunto presentan características comunes a pesar de la distancia que los separa en el tiempo; en primer lugar sobre un cuerno alisado y pulido encontramos una sección metálica ricamente decorada en la terminación del pabellón, en segundo lugar se encuentra otro tramo igualmente trabajado en la punta del instrumento y que haría de embocadura y finalmente, cuando el ejemplar es de gran tamaño, uno o dos aros a distancias regulares en la sección media del asta.
Sergio Kniasián

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